La discapacidad visual  adquirida crea muchas adversidades en un sujeto adulto, que ya conoce el mundo visualmente y tiene un repertorio de experiencias. Un niño con una condición en el canal visual, puede ver  afectado  su crecimiento psicológico, educativo y el futuro laboral,  conlleva a  pensar en su desarrollo, en el camino a construir.

Es por ello que las campañas de prevención de ceguera, por  parte de los organismos que trabajan esta diversidad funcional sensorial  se centran, no solo en la erradicación de la ceguera evitable, sino también  en programas de atención a la Baja Visión infantil.

La etiología de la discapacidad visual infantil, varía en los diferentes países que componen nuestra región latinoamericana, según sean las campañas locales a erradicar las causas prevenibles. No existe una estadística completa que permita estimar la prevalencia de la Baja Visión a nivel infantil.

Siguen siendo la catarata congénita bilateral y la retinopatía de la prematuridad las patologías, que continúan dejando  un número importante de niños con afectaciones irreversibles en su visión, entre otras enfermedades oculares.

Es por ello importante, alentar a los Pediatras y Oftalmólogos a brindar la  información de  las bondades de los servicios de atención en la habilitación y rehabilitación visual en Baja Visión,  para que puedan realizar una derivación temprana a los centros identificados.

La meta de los centros de atención en Baja Visión infantil, es contar con Programaciones de Estimulación y Rehabilitación visual.

En las Programaciones de Estimulación Visual, se considera la valoración de la capacidad visual, para establecer la edad visual en referencia a su edad cronológica y desde allí, poder implementar un Programa secuencial individualizado de tareas visuales, que promuevan desarrollo del remanente visual, para que el niño incorpore su canal visual comprometido dentro de los diferentes estadios del desarrollo.

Una vez que el niño sabe reconocer  y nominar los objetos, ameritará de instrumentos especializados, para compensar lo que no puede alcanzar ver a través de lentes convencionales y es cuando se le mide, calcula y prescriben ayudas especiales, para distancias tanto de  lejos como de cerca y pueda cubrir tanto sus demandas escolares, como de la vida cotidiana. A todo este proceso se llama Rehabilitación Visual.

El niño con la condición de Baja Visión,  que ha podido recibir una Rehabilitación Visual, crecerá acorde a su potencial cognitivo, el impacto que puede causar en su desarrollo la condición, no lo  inhabilitará, por el contrario el acompañamiento individual y a su entorno familiar, por parte de los profesionales adecuados, se constituirán en factores virtuales de su crecimiento.

En nuestra región latinoamérica,  hay un déficit  de profesionales que puedan atender a los niños con Baja Visión, es por ello que se hace necesaria la formación en esta área del conocimiento, entendiendo que el formarse será un aporte importante a esta población,  desde las diferentes áreas de atención ya sean  consultas, centros de rehabilitación, escuelas.

Tener  comunidades educadas para entender que estos niños, solo tienen una condición en su visión y que no implica otro factor de discapacidad,  que al estimular y rehabilitar  su visión comprometida,  podrán en un futuro  ser adultos competentes dentro de la sociedad, será otro logro del impacto que en ellas, puede dejar el contar con la opción de profesionales en Baja Visión.

El llamado es  a todos los profesionales de la Salud y la Educación, a interesarse por estos temas que demandan la incorporación desde la prevención, la habilitación, la rehabilitación y educación de niños que no dejan de serlo por tener alteraciones en su visión y tienen el derecho a desarrollarse con calidad de vida.

Conociendo el tema con una  experiencia de 27 años de ejercicio profesional, Proyecto Miren, sensibles ante la necesidad de formación en la especialidad, brinda diferentes cursos para habilitar a más profesionales en la región Latinoamericana.